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LA MONDAINE: Entrevista a Jordi Lafebre

Una vez más, Jordi Lafebre y Zidrou se unen para deleite de sus lectores. En esta ocasión, para alumbrar los dos volúmenes de LA MONDAINE, una obra que nos transporta al París de la postguerra. En la historia confluyen diferentes tramas en torno al cuerpo de policía encargado de erradicar la prostitución de las calles.

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Marisol Hernández nos descubre en esta entrevista a un dibujante apasionado por su trabajo y por las historias que cuenta. Su pasión se contagia a cada una de las viñetas de una obra que no dejará indiferente a nadie.

Por tercera vez Zidrou y tú coincidís en un tebeo. En cada caso la temática es diferente. ¿Cómo se plantea en esta ocasión la historia?

Surge cuando al acabar LYDIE, Zidrou me lleva a tomar una cerveza y me pregunta: ¿Qué es lo que te apetece hacer? Ya habíamos decidido seguir trabajando juntos, pero la historia estaba por decidir. Me di cuenta de que gracias a mi colaboración con Zidrou había mejorado muchísimo como dibujante, y me ofrecí a hacer lo que él quisiera, lo que le apeteciera. Le dije que sacará su libreta, su cajón de las sorpresas. Efectivamente la sacó, allí es donde tiene apuntadas las ideas. Me detalló varias y una era la de una prostituta y un policía que se enamoran.

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La Mondaine durante los años 30, el cuerpo policial encargado de perseguir la prostitución…  ¿Cómo te has documentado?

Lo cierto es que la documentación es una parte del trabajo que me encanta. Hay autores para los que es lo más engorroso y apenas lo hacen, y autores que se documentan muchísimo. Yo me sitúo entre los dos extremos, pero disfruto buscando fotografías, leyendo material en Internet…

Hoy en día con la Red es relativamente fácil. Paso horas y horas buscando por puro placer. Incluso cuando sé que tengo documentación suficiente para dibujar una escena o ya tengo el uniforme o las fotografías que necesito, sigo buscando alentado por la curiosidad.

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La acción se desarrolla en París, pero en general no se ven sus edificios más emblemáticos. Sí se muestra el gris propio del cielo parisino. ¿Ha sido algo premeditado?

En realidad ha sido casi al revés: yo quería que la ciudad fuera una protagonista más, pero me ha sido imposible encajarla. La Mondaine es una historia que se desarrolla entre despachos y prostíbulos, en los interiores de las casas. Es una historia de secretos, de familias, de gente que se esconde. La acción, a menudo, tiene lugar alrededor de una mesa. Las poquísimas veces que salimos a la calle estamos pendientes de la escena, no de enseñar París. París no nos cabe.

Yo quería mostrar la ciudad, tenía muchas fotos de París, me apetecía mucho dibujar su faceta histórica y cuando he podido lo he hecho. Pero ha sido en contadas ocasiones. En el segundo álbum París aparece un poco más, pero no demasiado.

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Las portadas de los álbumes de La Mondaine son muy impactantes, pero en realidad solo se entienden tras su lectura. ¿Cómo y por qué se eligen?

Esa era la idea, de modo que me lo tomo como un piropo. Las portadas nacen de la complejidad de La Mondaine. No es una sola historia, son muchos los personajes que se van entrecruzando. Hay varios temas de fondo: la guerra, la prostitución, los secretos familiares, la amistad entre policías… Esa complejidad hacía que si escogíamos un tema para la portada, de alguna manera íbamos a traicionar al resto.

Fue un verdadero desafío elegir la imagen, y durante largo tiempo hicimos muchísimas pruebas, a cual peor. Un día, después de muchos meses de pensar y probar, tuve una idea e hice unos bocetos. Y cuando tienes una buena idea, sabes que la tienes porque llevas meses equivocándote. Como estaba convencido, se los enseñé a la editora. Le gustaron pero me convenció de que la que yo pensaba que iba a ser la primera portada fuera la segunda, y viceversa.

En fin, se trataba de buscar portadas muy icónicas y fáciles de identificar para no traicionar ninguno de los argumentos.

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A diferencia de lo que sucede en tus anteriores obras con Zidrou, en esta ocasión hay un claro componente histórico y otro coral. ¿Esto complica la narración? ¿Cómo has abordado el trabajo para que una historia no eclipsara a las otras?

En realidad eso es más mérito de Zidrou que mío. Yo me ciño al guión e intento trabajar para que cada protagonista tenga su espacio. Generalmente seleccionamos un personaje principal que sea muy fácil de identificar: gabardina, sombrero, la pipa, las gafas… Tenemos un personaje que esté donde esté en la viñeta, se percibe enseguida. A partir de ahí, se va construyendo el casting en torno a él, pero proteger su espacio es indispensable.

Me gusta mucho jugar con los contrarios. Si tenemos un personaje que en principio tiene un alma más tierna, los personajes de alrededor serán más angulosos, o más redondos, o más fuertes. El personaje principal es un poco más dulce, así que para caracterizar a los policías pensé en sabores. Hay un policía que es más ácido, un policía que es más amargo, otro que es más salado… Busco en los equilibrios de la naturaleza, de la vida, para hacer un casting más complejo.

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A pesar de la crudeza de  determinadas escenas, como las de los prostíbulos, desde el punto de vista gráfico se perciben poco duras. ¿Es algo buscado?

Eso está buscadísimo. La idea era no cruzar la línea en ningún caso. En el momento en el que se es grosero, se pierde eficacia. Esta no es una historia para epatar y llamar la atención.

La historia sitúa a un conjunto de personajes complejos en una situación grotesca, pero la trama nunca tiene un espíritu grotesco. Se trataba de insinuar, de sugerir sin caer en la vulgaridad o en la mala educación. A cada uno le pueden ofender cosas distintas, y nosotros no queríamos omitir nada que le restara peso a la historia. Hemos tenido que encontrar un equilibrio, ese ha sido uno de los retos.

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¿Cuál es tu próximo proyecto con Zidrou?

Es un secreto. Pero el segundo tomo de La Mondaine, a título personal, me gusta muchísimo. Casi más que el primero.

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17 de juny de 2014