Todos conocéis a Héctor García, autor de Un Geek en Japón, un español que lleva varios años viviendo en Tokio y que nos cuenta el día a día de esa ciudad y cultura tan fascinante.
Como tantos otros, el pasado viernes Héctor vivió el terrible terremoto que sacudió la principal isla japonesa. Por suerte Héctor está sano y salvo, y ha sido uno de los corresponsales más fieles transmitiendo sus impresiones a través de Twitter, cómo vivía él y los que le rodeaban las consecuencias del terremoto, las decenas de réplicas y las horribles noticias sobre el tsunami.
Debido al ingente aumento de tráfico de su web, el blog de Héctor está tan saturado que ha decidido seguir informando a través de Twitter y de su página de Facebook. Pero como creemos que su experiencia y su relato son dignos de mención, reproducimos su narración del terremoto para que pueda llegar a un público más amplio.
"Trabajo en la planta 11 de un edificio de 12 plantas construído por Shimizu Corporation en el 2009, se supone que está preparando para resistir temblores muy fuertes. Shimizu Corporation es uno de los líderes mundiales en construcciones resistentes a terremotos.
Estábamos en una sala de reuniones en la planta 11, normalmente terminamos la reunión semanal de los viernes a las 15:00, pero ayer a las 14:40 ya habíamos acabado. Vuelvo con el ordenador a mi puesto que está junto las paredes acristaladas con estas vistas a todo Tokio
Me siento mirando hacia la inmensidad de Tokio tomándome un respiro después de la reunión. De repente noto como que me mareo, pero no soy yo, nos estamos moviendo, es un terremoto. Mi silla se empieza a mover poco a poco, suavemente. Miro hacia atrás y los monitores y escritorios de todos se mueven. No nos asustamos, se supone que estamos acostumbrados los terremotos, todos esperamos a que pare. Normalmente después de unos momentos de meneo todo vuelve a la normalidad. Pero esta vez después de unos 30 segundos de temblor suave, la cosa se empieza a poner más fea.
Vuelvo a mirar hacia fuera, los rascacielos frente a mi vibran. Las antenas y cables de mueven violentamente. Todo Tokio se zarandea frente a mi. En vez de parar, la fuerza del seísmo empieza a incrementar. Las cortinas golpean violentamente las ventanas. Los libros de mi escritorio se caen, mi monitor también, los cajones de las mesas de mi alrededor se abren solos. Me empiezo a asustar de verdad. De repente me doy cuenta que todos mis compañeros están escondidos debajo de sus mesas excepto nuestro vicepresidente que está de pie y nos dice con una sonrisa forzada: “Tranquilos, este edificio utiliza la última tecnología de Shimizu Corporation”. No me tranquilizan nada sus palabras y no se porqué (Seguramente los nervios) me pongo de pie como él, me agarro con fuerza a mi escritorio.
El edificio lleva unos dos minutos moviéndose, el temblor se calma un poco durante unos instantes y aprovecho para salir corriendo al lounge (sala de estar) que está más cerca de las escaleras de emergencia. Nadie se mueve excepto yo, todos están debajo de sus mesas excepto el vicepresidente que sigue de pie agarrando el monitor de su ordenador. Por el camino salto por encima de dos estanterías que se han caído, dejando libros esparcidos por todos lados.
Llego al lounge (Sala de estar) donde también hay mesas y compañeros escondidos debajo de ellas. Me quedo parado de pie y siento como otra vez viene un temblor enorme, el edificio se mueve como un flan. Esta vez no me puedo mantener de pie, la fuerza del terremoto puede conmigo, no solo se mueve de lado a lado, también se mueve todo de ¡arriba hacia abajo! mis pies pierden contacto con el suelo, me siento impotente, siento pánico, siento en mi piel el poderío de nuestro planeta.
Veo las piernas de una compañera de trabajo que me gustaba hace tiempo, está escondida bajo una mesa. Mi instinto o quizás el miedo, me hace tirarme al suelo junto a ella. Ella me ve llegar, con una mano me agarra la pierna con fuerza, con la otra atrapa mi mano izquierda. Siento cierta seguridad al sentir el calor de sus manos, pero dura poco. Nos miramos a los ojos. Sus ojos brillan intensamente, su cara está más blanca de lo normal. En ese momento los dos pensamos “esto es el final”. Nos agarramos con más fuerza, la abrazo, se me cierran los ojos del miedo, cada segundo se hacen eterno, llega el remate final. Nos meneamos como si estuviéramos en una montaña rusa. Incluso sentados en el suelo la vibración del edificio nos arrastra por los suelos. Ruido de libros y cosas cayendo, el agua de la pecera salta por los aires llegando a mojar incluso el techo.
Pasó lo peor, se calmó el temblor más fuerte, pero el terremoto continúa, el agua de la pecera corre por el suelo de toda la sala mojando libros que se han caído de las estanterías, todo el edificio se sigue moviendo pero cada vez menos. Abrimos los ojos, nos miramos fijamente otra vez y sonreímos. Pero al mismo tiempo que sonrío se me caen dos lágrimas. Me tiemblan las manos y la mandíbula, no lo puedo controlar. Ella está más calmada que yo, me tranquiliza diciendo que ya ha pasado lo peor, que estamos bien. Respiro hondo, me acaricia la cara con sus manos dedicándome una sonrisa de oreja a oreja. Me calmo y pienso: “Nosotros, la humanidad somos algo débil y efímero en este Universo” y ella me dice: “Pensé que iba a morir aquí contigo, no se porqué, pero sentí paz en mi interior”. Se me escapan otras dos lágrimas.
Nos calmamos conforme el temblor va amainando. El agua de la pecera corre por los suelos acercándose a nuestros pies. Siento un fuerte mareo, las manos y mandíbula me tiemblan sin control.
Mi compañero Wada-san es el primero en levantarse, aunque nos seguimos balanceando ya puede mantener el equilibrio. Nos mira con una sonrisa extraña en la cara, alegría de que estamos bien, y nos dice para levantar el ánimo: "¡Necesitamos unas cervezas!". Nos reímos por no llorar, una reacción extraña después del pánico.
Nos empezamos a levantar todos. Volvemos a nuestros puestos de trabajo, miramos por la ventana. Se ve algo de humo cerca de la Torre de Tokio. El sonido de sirenas inunda las calles. Las calles están paradas, la gente está de pie, no camina. Todos los coches están parados. Todavía no somos conscientes de lo grave de la situación.
Miramos los teléfonos móviles, pero no tenemos señal. Utilizamos el wifi de la empresa para ver las noticias, nos enteramos que el origen del terremoto fue en el mar en la zona de Tohoku de magnitud 8.9 (Aunque más tarde se ha confirmado que fue de 9.0). Estamos en alerta de Tsunami en prácticamente todo el país.
El edificio para de moverse, han pasado unos 10 minutos desde que comenzó a temblar.
Varios compañeros de trabajo se ponen a limpiar los destrozos.
Los ascensores están parados, bajamos por las escaleras y vemos varias grietas en las paredes . Por muy bien preparado que esté el edificio para soportar grandes terremotos, ver estas grietas me deja intranquilo. Salimos a la calle, la gente camina con normalidad, los coches vuelven a circular, pasá un camión de bomberos por delante de nosotros.
Al ver que todo vuelve a la "normalidad" nos tranquilizamos un poco y volvemos a subir por las escaleras. ¡Gran error! Nada más llegar a la planta 11, llega una réplica muy fuerte. Otra vez todos al suelo debajo de las mesas, otra vez libros cayendo de las estanterías, otra vez agua saltando de la pecera al suelo, otra vez pánico durante dos largos minutos.
Esta vez lección aprendida, cogemos todos los imprescindible y salimos con paso acelerado, de forma ordenada y manteniendo la calma, esta vez por las escaleras de emergencia y nos refugiamos todos en este pequeño parque . Me tranquilizo, ya no tiemblo pero siento como mi cuerpo desprende más calor del normal. Tengo sed, mi compañera de trabajo, me ofrece una botella de té que lleva en el bolso.
Las extrañas sonrisas de después del susto empiezan a desaparecer de las caras de todos y se empiezan a convertir en caras de preocupación y tristeza. Todo el mundo intenta contactar con sus familiares con los teléfonos, pero no hay señal.
Mañana más, hasta entonces sigo contándolo en mi twitter http://twitter.com/#!/kirai"
14 de març de 2011