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Cien años de Josep Coll, el mejor dibujante del ‘TBO’

NORMA Editorial reúne en el volumen ‘Coll. Trayectoria de un historietista insólito’ los mejores trabajos del dibujante barcelonés, abarcando cuatro décadas de magisterio en la viñeta

Fue sin duda el mejor dibujante del legendario TBO, y para muchos uno de los grandes de la historia de la viñeta. Ahora, con motivo de su centenario, Norma Editorial recoge en un volumen los mejores trabajos de Josep Coll de entre las más de 4.000 viñetas e historietas que firmó, no solo como un homenaje a su formidable legado, sino también como una forma de reivindicar la absoluta vigencia de su arte.

Coll. Trayectoria de un historietista insólito muestra así la evolución del maestro desde sus inicios en el año 1948 hasta sus últimos dibujos, realizados en 1984, el mismo año de su muerte, pasando por su época de esplendor de mediados de los 50, cuando Coll se convirtió en uno de los creadores más reconocibles del TBO junto a otros grandes como Benejam, Sabatés u Opisso. 36 años de dedicación a la historieta plasmados en una amplia selección a cargo del especialista Luis Garbayo Erviti, quien además añade un ensayo imprescindible para acercarse a la figura de este soberbio historietista.

“Lo que Fernando Castillo Cáceres expli­ca sobre Hergé, el creador de Tintín, se puede igual­mente aplicar a Coll: creó un estilo de ilustración que coincidía con la modernidad, con la sencillez de la vanguardia y del arte moderno”, explica Garbayo Erviti. “Coll siempre fue ‘mo­derno’, aunque sus lectores de entonces no supiéra­mos explicarlo así: para nosotros, sencillamente, Coll era diferente a los demás, el mejor dibujante del TBO”.

El estudioso señala también el hecho de que Coll no alcanzara la proyección de otros dibujantes de tebeos por su reticencia a crear personajes fijos, como sí hicieron los de la Escuela Bruguera –Ibáñez con Mortadelo y File­món; Vázquez con Las hermanas Gilda; Escobar con Zipi y Zape– o los del propio TBO –Sabatés, y otros, El profesor Franz de Copenhague; Buigas y Benejam, Morcillón y Babali y La familia Ulises; Muntañola, Josechu, el vasco; Bernet Toledano y Carlos Bech, Altamiro de la Cueva—. Sin embargo, Garbayo Erviti cree que “no es exacto decir que Coll no creó sus propios personajes. Antes de publi­car en TBO, creó varios, siguiendo la tendencia de las revistas de la época de publicar historietas protago­nizadas por personajes identificados con su nombre, aunque muchas veces carecieran de continuidad. Sin embargo, para Chispa creó Cocoduro, el conde de Calvatiesa, del que se publicaron once historietas a página entera. Ya en TBO, crearía al profesor Anima­leski, para el que dibujó tres historietas. Pero pronto los abandonará porque, según decía, no quería some­ter su creatividad como guionista a un personaje”.

Lo seguro es que Coll encontró en TBO un espacio idóneo en el que desplegar su idea de la historieta, aplicar técnicas diversas –la repetición y el punto de vista fijo, las historias sin palabras, el dise­ño variable de los marcos de viñeta...– y, en definitiva, configurar un lenguaje gráfico personalísimo en un tiempo en el que la viñeta estaba lejos de ser considerada un arte mayor, pero que a la luz de los tiempos actuales adquiere todo su esplendor. 

30 de octubre de 2024