Pilar Bayés, una mujer adelantada a su tiempo, cuyos valores y los reflejados en su obra son más propios de la actualidad, que de la época en que los creo. Si tuviese que definirla con pocas palabras diría que es energía y vitalidad en estado puro, que sazona con una pasión inagotable por el dibujo. Su trazo inconfundible a acompañado a los niños de varias generaciones, en la que Cavall Fort era una revista obligatoria. Seguro que muchos que creen que nunca han visto un dibujo de ella, en algún momento enviaron o recibieron una felicitación diseñada por ella.
Realizar esta entrevista fue una lección de vida. Alguien que no desperdicia un momento, que disfruta de cada minuto de la vida, que se acerca a las personas desde la sonrisa. Muchas gracias Pilar.
Marisol Hernández
Cuando empezaste a dedicarte al dibujo era una época en que desarrollarse profesionalmente como mujer era un reto y el ámbito artístico no era una excepción,¿Cómo decides dedicarte a ello? Y ¿Cómo lo percibe tu familia?
Vengo de una familia donde ninguna mujer había estudiado una carrera universitaria y yo decidí estudiar bellas artes. Se suponía que allí estudiaban libertinos y locos, pero en mi casa mi abuelo fue pintor, Joaquim Vayreda, y jamás consideraron que los pintores eran gente peligrosa, ni nada parecido. Cuando dije que quería estudiar bellas artes a mis padres les pareció bien y lo aceptaron con toda naturalidad.
Pero en aquel momento era bastante insólito, porque además había modelos que hacían desnudos. En una ocasión un marinero americano se equivoco pensando que era un sitio donde se hacían estriptis y entre todos le explicamos que estaba en el templo del arte y salió espantado. Estábamos en un mundo aparte. Yo había escuchado en casa de Vayreda “llega la señora modelo” que era una señora, que posaba y cuando acababa cobraba. En casa de los Vayreda eran muy católicos, pero también muy liberales.
Se decía que las señoras modelos eran muy peligrosas y en realidad no lo eran, eran señoras normales y corrientes. Yo había visto en mi casa señoras que hacían este trabajo y que era un trabajo tan respetable como cualquier otro.
Por si era poco sorprendente una mujer en el mundo de la narración gráfica, empezaste trabajando en el Cavall Fort, una época en que la lengua catalana sino estaba perseguida, si estaba denigrada ¿esto que supuso para ti?
En aquellos momentos en Vic, había un ambiente catalanista, sin embargo en mi casa no lo vivíamos tanto. Mi madre es medio andaluza, medio argentina y siempre tuvo muy buena relación con todo el mundo en Vic, pero no tenía sentimientos catalanistas. Mi padre sí, pero había pasado mucho miedo durante la guerra. Yo tuve mucha suerte, porque fue un momento de retomar el catalán y alguien dijo, “se ha de hacer una revista en catalán”. El resultado fue Cavall Fort, que se pudo hacer porque el obispo de Vic la protegió como una revista de catequesis.
Un amigo mío trajo a casa a la gente de Cavall Fort y les dijo que yo dibujaba. Tremoleda que era el director dijo “si que dibujas, pero dibujas muy despeinado, cuando peines los dibujos ya trabajaras a Cavall Fort”. Al cabo de un año me hicieron el primer encargo. Desde entonces han pasado más de 50 años.
Creo que en aquel momento me ayudo, porque la pedagogía y los temas relacionados con los niños pequeños eran importantes. En aquellos años era importante tener libros para los niños, que los niños leyesen un poco en catalán, aunque tampoco se podía hacer mucho.
Felicitaciones de navidad, comic, ilustración, ilustración de libros, carteles para ONG, has hecho de todo, pero ¿Qué es lo que de verdad te gusta?
Soy lo que dicen una “testaolletas” (que le gusta picar un poco de todo). Tengo compañeros ilustradores, que solo se dedican a realizar christmas y me dan mucha pena, porque en el mes de agosto ponerte a dibujar papas Noel… Lo bonito de este trabajo es que es muy cambiante, ahora estoy acabando la biblia, el libro más gordo que he hecho y me hace mucha ilusión. Al tiempo he dibujado la vida de Espriu, que era aquel hombre tan creativo.
Lo bonito es pasar de una cosa a otra. Hay algunos catalanes que son así, discretos, yo no. Para mi hacer dos cosas es más interesante. Me gusta escribir un libro sobre Japón, un libro sobre la prehistoria o un libro sobre los astronautas del 2045, esto para mi es fascinante.
En el libro Amb barret o sense hay algo que queda patente y es que es una enamorada de los viajes. De todos los que ha hecho ¿cuál volvería a repetir?.
Mi ciudad preferida es Venecia, es una ciudad que no tiene coches y que la han hecho para ser bella. Si a un ángel en lo alto de la punta de una iglesia le falta el dorado, no dicen cuesta mucho subir, suben y lo arreglan.
Después las culturas asiáticas, que para mi eran un misterio. Entiendo muy bien que la generación de Van Gogh quedase fascinada cuando conocieron el arte japonés. A diferencia nuestra no van cambiando permanentemente de estilo, sino que tienden a mantenerlo y por eso es tan difícil distinguir una cerámica Ming de otra cerámica. Su evolución es muy lenta, pero profundizan mucho en los temas, lo que es maravilloso.
También Asia, de donde conozco Japón, India, China e Israel. Israel, no sé como Dios quiso nacer en Israel, artísticamente son bastante desastre, son buenos con las joyas, en literatura, pero sin embargo en las artes plásticas no me gustan nada. Debe ser que Dios y yo tenemos gustos diferentes.
Con el motivo de sus 50 años en el mundo de la ilustración, le han realizado un montón de homenajes ¿Cómo se ha sentido con ello?
Demasie. Realizo un trabajo que me gusta, y he tenido la salud y la oportunidad, que es muy importante. Mucha gente de mi edad, ya tengo 72 años, ya no trabajan. Yo todavía tengo muchas ganas y tengo la impresión que tengo que dibujar cosas que todavía no he dibujado. Este reconocimiento pienso que seguramente no me lo merecía, que la gente me ha visto tan mayor y todavía trabajando, que han dicho mira esta pobre. Pero me ha hecho mucha ilusión que estos homenajes hayan sido por ser una persona que ha dedicado su vida a trabajar para los niños.
Es lo mismo por lo que este libro me gusta mucho, analiza mi obra desde un punto de vista artístico, porque parece que los que trabajamos para los niños, somos otra cosa, algo insignificante y no sé si es insignificante o no, pero es el primer paso para que un niño aprenda a valorar los dibujos. Los niños valoran los dibujos, aprenden a elegir y a distinguir los diferentes estilos. Es una educación estética formidable y en este sentido es maravilloso que me hayan dado tantos premios.
Usted dice que su obra es infantil, pero tiene muchas ilustraciones que si bien las puede ver un niño, son muy adultas. Son imágenes relacionadas con Cataluña, relacionadas con temas sociales, con una serie de valores que son muy adultos. Un niño puede que vea una imagen divertida, pero su mensaje destaca valores e inquietudes mas propias de la actualidad que de la generación en las que Ud. las plasma ¿ Esto es algo buscado o surge de forma natural?
He sido profesora de arte, he dado clase a los niños de pintura enseñándoles a Velázquez, Picaso, Miro y los niños lo entienden perfectamente, es solo una cuestión de sensibilidad y de sentimientos. Muchas veces me dirijo a los niños y trato de evitar valores negativos, porque pienso que los niños se asustan. Siempre hay un punto en que asustar va bien, un punto de suspense, pero no debe ser algo muy pesimista. Esto yo lo veía en el arte expresionista, que a mí como persona adulta me gusta mucho las pinturas negras de Goya, pero a un niño no le puedes estar enseñando continuamente las pinturas negras de Goya.
Cuando me dirijo a los adultos, que es cuando he trabajado para diarios, es cuando puedes expresarte con toda la mala idea que puedas tener, y a veces va muy bien sacarla, porque cuando se ha acumulado, hay que dejarla ir.
Una cosa que me encanta de su obra es su representación de la semana santa, empapada del concepto de culpa y muerte, lo dibuja como algo alegre y divertido, una fiesta. Creo que ese concepto encaja con una percepción que se aleja mucho de la que nos proporciona la iglesia.
Yo pienso que una religión que no sirva para hacer feliz a la gente no sirve. Creo que el gran destino de las personas es ser feliz, y eso de la fe es algo que se tiene o no se tiene. Nuestra generación había vivido mucho la religión, ahora se vive de forma muy diferente. De todas maneras dependía del ambiente. A mi las procesiones me fascinaban de pequeña, está la procesión de Semana Santa, que es muy seria, muy seria, pero nunca se me había ocurrido que podía asustar. Aunque he escuchado gente que les daba miedo.
Yo pienso que para Dios somos sus criaturas y me gusta una frase de Unamuno que dice" no hace falta que tu creas en Dios, lo que hace falta es que Dios crea en ti". Toda la gente que trata de buscar razones para la vida, son muy queridos por Dios y aquellos a los que por lo que sea les falta un poco, son los mimados de Dios, y al resto también, en definitiva que nos ama a todos.
¿Por qué nunca dibujas líneas rectas?
Eso sale de dentro, creo que por mis orígenes andaluces, que son en el fondo barrocos. Estos valores se potenciaron en una ciudad como Vic, que es románica y barroca, que es posiblemente la ciudad mas barroca de Cataluña. Para hacer los libros, cogía un libro de la misma colección y marcaba los contornos, pero a veces me los imaginaba. Pero el día que empecé a trabajar con mi hija Margarida, lo primero que hizo fue maquetarme los libros, cuando llegaron a la editorial ¡, el editor llamo a todo el mundo, venir! Venir! Mirad los dibujos de la Pilarín Bayes!. Antes habían tenido muchos problemas, ponía cosas que no cabían, me equivocaba en las medidas, un horror…
La mayor parte de las mujeres quieren ser madres y valoran como son como madres. Usted en su libro deja muy claro que ha sido madre, pero no una madre convencional. Incluso si usted estaba dibujando y los niños querían cenar, se tenían que hacer la cena. ¿Echa de menos en algún momento haber sido una madre más clásica?
Cuando pensé que tenía que ser madre, quería hacerlo bien y compre un montón de libros sobre cómo ser madre. Leí más que en una carrera universitaria. Pero cuando llego la hora, si te digo la verdad, cuando me ponía a dibujar...uno de mis hijos me decía “hay madres que no dibujan”.
Pero siempre he pensado que los niños deben tener una cierta libertad y autonomía.Mi galerista se ponía nervioso cuando venía a casa, veía a los niños subidos en una silla haciendo huevos fritos y yo estaba dibujando.
No me siento mal con que haya sido así. Mis hijos iban a otras casas y todo lo que probaban les parecía muy bueno, como yo no sabía mucho, cuando les daban otra cosa estaban encantados y esto es algo que después en la vida es muy bueno, porque hay gente muy rara para comer y que lo pasa muy mal.
7 de febrer de 2014